Este post me hace especial ilusión porque el espacio del que os voy a hablar ofrece muchas cosas únicas, con esencia... de esa que tanto escasea hoy en día. Se trata de Ca Ses Cusses (@casescusses), una tienda local situada en el centro de Manacor, un pueblo del este de Mallorca.
Pero empecemos por el principio... un principio lo suficientemente lejano para que quede diluido en el tiempo y no pueda situarse exactamente. Su actual dueño, Biel Carrió, no puede precisar la fecha en que su familia abrió el negocio, aunque si sitúa un momento: cuando la madre de su madre, Margalida Caldentey, nació, en el año 1895, la tienda ya estaba en funcionamiento, así que la podemos datar de las últimas décadas del siglo XIX. Esta longevidad no es lo único que define a este antiguo ultramarinos. Su nombre, Ca Ses Cusses (cussa, en mallorquín, significa "perra"), es otra de sus señas de identidad, y le viene dado por una perrita que formaba parte de la familia.
La tienda conserva su emplazamiento original, en los bajos de un edificio que fue propiedad del marqués de Cotoner, situado al lado de la Plaça de Ses Verdures (plaza de las verduras), donde se celebra mercado todas las mañanas. Hoy en día, Biel y su hija Àngela, siguen ofreciendo los que han sido siempre sus productos estrella: el café y las especias. Tiempo atrás, la familia tuvo incluso que recurrir al contrabando para poder seguir ofreciendo a la población tan apreciadas mercancías. Pese a las épocas difíciles, no han dejado nunca de regentar el negocio, ni siquiera durante la Guerra Civil.
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Interior de la tienda |
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Detalle del mostrador |
Tanta historia no pasa desapercibida cuando entras en esta botiga (botiga significa "tienda", en mallorquín). En ella se siente la pátina de lo que ha estado siempre allí, de esas paredes y objetos que llevan años viendo pasar no solo la vida de una familia, sino la de un pueblo entero. Las especias y el café siguen esperando a los vecinos dentro de sus botecitos de vidrio, y se entremezclan con otros productos gastronómicos locales, como mermeladas, embutidos y quesos. Hasta la manera de medir las cantidades va a la antigua, mediante unces, sistema utilizado en la isla anteriormente a la unidad del gramo. La equivalencia es la siguiente:
1 unça = 33,3gr.
3 unces = 100gr.
Las abuelas pueden aún comprar como lo hacían cuando eran niñas, y los jóvenes y turistas alucinan cuando ven la báscula donde se deposita el producto para ser pesado con pequeños pesos.
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Balanza donde pesan el producto con las unces |
Por si todo esto no os provoca aún unas ganas locas de visitar la tienda, hace menos de un año la familia restauró un espacio anexo (en el que nació y creció el propietario) y lo han convertido en un lugar de degustación abierto al público que complementa a la perfección la tienda de toda la vida.
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Vista de la calle desde el espacio nuevo de degustación |
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Espacio de degustación |
Se trata de una gran sala, abierta a la calle y con mucha luz, en la que aún se pueden observar a través de un cristal situado en el suelo las sitges, espacios subterráneos donde antiguamente se guardaba el grano, y que posteriormente funcionaron como pozos. Además, la decoración es exquisita, con detalles en todos los rincones a los que alcanza la vista. Hay algunos de los antiguos muebles que se encontraban en la tienda, los cuales han sido restaurados por la mujer del propietario, Maria Pastor. Podemos encontrar desde la antigua mesa de carpintero donde trabajaba el padre de esta, hasta una vitrina típica del mobiliario mallorquín o una antigua balanza con sus respectivos pesos. Todo esto se entremezcla con otros elementos modernos, empapándose unos de otros creando una combinación muy bien conseguida de modernidad y antigüedad que conserva, en todo momento, la esencia de lo local.
Lo que acaba de hacer aún mejor este espacio es que en él se pueden degustar parte de los productos que venden, como los cafés o las infusiones. Tienen una carta muy completa de ambos, en la que podemos encontrar el clásico café de la toda la vida (es el que más triunfa entre sus clientes), hasta otros procedentes de Colombia, Costa Rica o Etiopía. Si en cambio sois amantes del te, este es vuestro paraíso: tienen hasta 3 cartas diferentes, con una variedad que hace que la elección no sea fácil. Personalmente, recomiendo el café clásico (lo clásico siempre es un clásico, valga la redundancia). También ofrecen repostería y panets ("panecillo", en mallorquín) calientes, hechos con los embutidos y quesos que venden, y entre sus variedades hay clásicos mallorquines como sobrasada con queso o con miel. No os lo podéis perder, la combinación es una auténtica pasada.
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Detalle de la antigua mesa de carpintero restaurada |
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Las tazas y platos son artesanales y están también disponibles a la venta |
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Panets con café recién molido |
Con el tiempo la familia ha ido incorporando nuevos productos a su oferta, todos locales y hechos en Mallorca, como los platos y cuencos de cerámica de Pórtol, unas pageses (campesinas tradicionales de Mallorca) hechas a mano por una vecina del pueblo, o productos de aseo hechos con almendra. También ha llevado a cabo algunos eventos, como un concierto de jazz o la presentación de una colección de ropa diseñada por una manacorina.
Sin duda, aquello que define a Ca Ses Cusses es lo local. Es entorno a esta idea de apostar por aquello que es propio de Mallorca y representa su esencia, que se desarrolla este proyecto que lleva abierto hace más de un siglo, pero que mira hacia adelante, con iniciativas nuevas, sin dejar lo bueno que les ha dejado el pasado. Actualmente están reformando el sótano para abrirlo también al público... son tremendas las ganas que tengo de verlo y de conocer las ideas que van a desarrollar en él. Supongo que serán diferentes, nuevas, actuales... pero sobretodo esenciales... esencialmente de aquí, de la isla, del pueblo, de la familia.
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Las cartas de tés disponibles |
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Cristal que deja ver una de las sitges subterráneas |
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Detalle de uno de los rincones de la sala |
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Rincón del espacio degustación |
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Detalle de la cerámica y de las pageses que se pueden comprar
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