lunes, 25 de diciembre de 2017

Feliz Navidad!

Ahora ya sí! La Navidad ha llegado, y con ella todo lo que conlleva: las cenas en familia, con los amigos, las comidas, los amigos invisibles, los turrones, los dulces, el árbol, el belén, las luces... Yo no espero la Navidad con gran ilusión, pero tampoco me desagrada, por eso la intento disfrutar tanto como pueda. Una de las cosas que más me gustan es la gran oferta de actividades y propuestas que se hacen con motivo de esta festividad. Muchas de ellas son para niños, pero hay otras para adultos que no tienen desperdicio, sobretodo dentro del ámbito cultural. Precisamente con una de ellas he iniciado estas fiestas, y me ha parecido interesante contárosla, ya que aún estáis a tiempo de poder disfrutar de ella.

La actividad en concreto se trata de una ruta guiada en la que se conjugan dos temas muy navideños: el belén y los dulces típicos de esta época. La empresa Tres Cultura es la encargada de organizar este paseo, junto con el Forn Fondo y el Fornet de sa Soca, los dos en Palma. El objetivo de la visita es conocer el belén abierto al público del convento de las Caputxines de Palma y descubrir, a través de él, cuales eran los dulces típicos de la Navidad mallorquina. Además, la visita incluye dos degustaciones para poder probarlos, gracias a las elaboraciones de los dos hornos que os he mencionado.

Exterior del Forn Fondo

La visita se inicia con una degustación de algunos de los turrones del Forn Fondo, elaborados por Pau Llull (cuarta generación de la familia propietaria del horno). Entre los turrones destaca el de Jijona, el cual ha sido premiado como uno de los más buenos de España. A mi el turrón y el dulce en general no me entusiasman, pero os aseguro que este turrón es un pecado. Tiene un sabor espectacular, siendo la almendra la protagonista, y sin ser nada empalagoso. El equilibrio y calidad de sus ingredientes hacen que sea espectacular, os recomiendo que no dejéis de probarlo. Además, en la visita se hace una introducción histórica de este producto, así como del propio horno, uno de los negocios más antiguos de Palma, con más de 100 años de vida. 

Después de la primera degustación, un corto recorrido de apenas dos minutos nos lleva hasta el convento de las Caputxines, donde se cuenta un poco la historia del convento y algunas de las partes que se pueden apreciar durante la visita, como su horno, su pozo, el lugar donde se hacían las matanzas del cerdo o el secadero donde se secaban y conservaban determinados alimentos. 

Entrada del convento de las Caputxines de Palma

Vista del patio del convento de las Caputxines de Palma

Antes de pasar a visitar el pesebre, la visita incluye la explicación de algunas piezas que después son reproducidas en el belén en forma de miniatura, como platos, vajillas y otros recipientes para transportar alimentos. En relación con ellos, se hace referencia a la vida conventual y a los productos que eran donados y elaborados en el convento durante las Navidades, como los roscones, los mantecados o las galletas. Se puede observar también la reproducción de escenas bíblicas en las que aparecen elementos de mesa como platos de cerámica de Valencia o recipientes de cristal.

Parte de la colección de piezas que se conservan en el convento


Escena que representa a Jesús en casa de Marta y Maria, con elementos de cerámica y cristal en miniatura


La parte central de la visita es el belén de las Caputxines, el cual se sitúa en un espacio que fue concebido expresamente para la colocación de las piezas, y es cerrado con dos puertas pintadas con las escenas de la Natividad y la Huída de Egipto, del siglo XVIII. Estas puertas se mantienen cerradas durante gran parte del año, ya que se abren solo para exponer y mostrar el belén durante la Navidad. 

La figuras que forman el belén son de diferentes épocas y estan hechas con materiales diversos, desde tela encolada, cerámica o madera. Algunas eran realizadas por las monjas del convento pero otras eran donaciones de particulares. Además de la escena principal del nacimiento con la Virgen, el niño y San José, se colocan figuras que representan a pastores y pageses (el típico campesino mallorquín). 


Espacio donde se situa el belen

Una de las puertas que cierra el espacio del belén, con la escena de la Natividad

Detalle de la escena principal del belén. 

Detalle de dos pageses con la vestimenta tradicional mallorquina
El belén permite no solo reconocer detalles de instrumentos y piezas típicas del ámbito doméstico mallorquín, también se pueden contemplar otros elementos típicos, como la vestimenta o algunas construcciones arquitectónicas. Algunas de las figuras más destacadas son las de los tres Reyes Magos, ataviados con exóticas telas y tocados. 


 
Detalle de uno de los Reyes Magos
La visita finaliza en el Fornet de sa Soca, a escasos minutos andando. Allí el repostero y panadero Tomeu Arbona ofrece una degustación de productos que elabora gracias a la recuperación de recetas antiguas mallorquinas, muchas de ellas sacadas de los propios conventos. Dátiles rellenos de pasta de almendra, mantecados, galletas... todo riquísimo. Además, no os podéis perder la visita al horno, del cual os puse un post hace ya unos meses. Lo podéis recordar en este link

Tomeu Arbona con su propuesta de degustación
Si queréis pasar un rato con amigos o familia, como fue en mi caso, realizar una actividad diferente, aprender aspectos escondidos de la tradición mallorquina y hacer una degustación de dulces de aúpa, os recomiendo que no os perdáis este paseo gastronómico diseñado por Tres Cultura. Durante estas Navidades han propuesto unos días concretos para realizar la visita, y podéis reservar en la página web de passejades gastronòmiques (os dejo el link). El precio son 15€ por persona, y la visita dura entre hora y media y dos horas. Si sóis un grupo de mínimo 10 personas os pueden hacer una visita el día que queráis, siempre que tengan disponibilidad.

Desde mi punto de vista, a parte de descubrir, probar y compartir, esta visita contribuye a la difusión y apoyo de negocios familiares con largo o poco recorrido, pero que elaboran un producto de calidad, tradicional y con fundamento. Es decir, de esos sitios en los que entras y te sientes "como en casa", de esos que de cada vez quedan menos, pero de los que más se necesitan.

Solo me queda desearos una feliz Navidad, y esperar que el año nuevo traiga más propuestas como esta, que pongan en valor la cultura y tradición de Mallorca. Por mi parte, intentaré hacerme eco de todas ellas y acercároslas a través del blog y redes sociales para poner mi granito de arena a la valoración y conservación de nuestro patrimonio. Molts d'anys a tots! (es decir, felices fiestas!).

domingo, 17 de diciembre de 2017

Antes de Navidad... sobrasada

Quedan apenas unos días para que entre el invierno, y ya se deja notar. En Mallorca, para sorpresa de muchos, también hace frío, y no de los fáciles, ya que el porcentaje de humedad es alto y si se te mete en los huesos ningún abrigo te aliviará esa sensación. La única solución es un buen baño caliente. El invierno en Mallorca huele a Navidad, pero antes hay otra cosa que da inicio a la etapa invernal: las matanzas (matances en mallorquín).

Las matances son uno de los acontecimientos tradicionales y culturales que más han definido a la sociedad mallorquina y a su estilo de vida. Antiguamente era un acto de aprovisionamiento de comida para el resto del año, pero también un acontecimiento familiar y social celebrado en comunidad. Era un día de trabajo, pero también de fiesta, de celebración  y de reunión familiar. Las familias alimentaban durante todo el año al cerdo que sería sacrificado por ellos mismos al llegar el invierno, para poder obtener de él no solo carne, sino los tan apreciados embutidos mallorquines: la sobrasada, los botifarrons o el camaiot.

Actualmente esta tradición se mantiene (por suerte) pero no es ya un acto generalizado dentro de la sociedad mallorquina y, evidentemente, se han introducido cambios. Hoy en día el aprovisionamiento no es necesario porque muchas empresas se dedican a la elaboración artesanal de sobrasada y se puede comprar en los supermercados. Además, con la desapareción de los miembros más ancianos de la familia se van perdiendo costumbres y tareas que son difíciles de conciliar con la vida familiar moderna, como la de alimentar durante un año al cerdo. Aún así, hay familias que disfrutan aún de reunirse y llevar a cabo este acontecimiento el cual es todo un ritual en el que cada participante tiene su papel. Hoy os quiero enseñar no solo como se llevan a cabo las matances, sino los valores y tradiciones que las definen.

Personalmente, he asistido a matanzas desde que tengo memoria. Forman parte de mi infancia y juventud, y para mí siempre ha sido un día de reunión familiar y diversión. Mi abuelo siempre alimentaba a un cerdo (a veces incluso a dos) para hacer matanzas, pero desde su muerte ningún miembro de mi familia ha seguido su labor. Seguimos asistiendo a este tipo de reuniones ya que los hermanos de mi abuelo u otros familiares y amigos siguen haciéndolas. Como ya os he dicho, es un acto también social y hoy en día incluso hay grupos de personas sin ningún lazo familiar que las hacen conjuntamente. Una de las soluciones para no tener la tarea de engordar al cerdo es comprar uno ya grande. Además, de esta manera se evita ese vínculo entre el animal y la persona, que aunque parezca que no existe, esta presente y tiene más peso del que demuestran las personas encargadas de alimentar al animal, normalmente los más mayores. Como me decía mi abuelo: "Lo compro y alimento para eso, pero deshacerme de él me sigue sabiendo mal cada año".

Las matanzas se celebran, como ya he dicho, cuando llega el frío, sino el alimento se echaría a perder con el calor. Actualmente suelen ser un sábado o domingo, para poderlo conciliarlas con el trabajo y ocupaciones diarias. La jornada empieza muy temprano, normalmente entre las 6 y 7 de la mañana, cuando se reúne el grupo de personas que van a llevar a cabo la tarea más dura del día: la muerte del animal. Siempre son hombres, por tradición, y así sigue siendo hoy en día. El abuelo, los hijos, los nietos mayores, algunos amigos. Hoy en día existe una ley que ha hecho sumar una figura nueva: el profesional que certifica que el animal está sano y puede ser consumido.

Quién lleva a cabo la acción de matar al cerdo es siempre la misma persona, el matador. Por qué? Porqué suele tener experiencia a la hora de dar muerte al animal y como se pretende que sufra lo menos posible, se sigue el procedimiento del desangrado, a partir de una única puñalada limpia. Tengo que reconocer que nunca he visto esta parte de la matanza, sería totalmente incapaz. De niña escuché el sonido del cerdo al ser matado (yo estaba esperando dentro del coche), y no he podido quitarme de la cabeza su gruñido. A partir de ese día siempre he llegado a las matanzas cuando el cerdo esta ya muerto.

Momento en que se limpia el cerdo

Con el cerdo muerto se procede a su limpieza general: se le da soplete y se rasca con piedra pómez para quitarle todo el pelo y la suciedad de la piel. En esta acción puede participar los miembros más jóvenes de la familia ya que no es una tarea peligrosa ni complicada. Posteriormente se descuartiza al animal para aprovechar casi todas sus partes. Esta tarea también la suele realizar siempre la misma persona, porque no proceder de manera correcta con el corte puede llevar a la pérdida de recursos.

Herramientas para limpiar el cerdo

Una vez ya se tienen disponible todas las partes del cerdo, todo el equipo se pone en acción, porque son varios los frentes de trabajo que se abren. Uno de ellos es el proceso de cortar la carne y esas partes del cerdo que van a ser consumidas directamente, como el hígado, los pulmones, las costillas, etc. Este proceso lo suelen llevar a cabo los hombres. Como podéis ver, al ser un proceso tradicional y muy antiguo de la cultura mallorquina, sigue existendo la división de trabajo por géneros. Los hombres se ocupan de matar al cerdo, de limpiarlo, trocearlo, preparar la carne, preparar y cuidar de las calderas con el agua caliente necesaria o preparar y amasar la sobrasada. Por su parte, las mujeres se encargan de limpiar las tripas que después seran utilizadas para meter la sobrasada, coserlas, atarlas, rellenarlas o de cocinar.

Herramientas usada para descuartizar al cerdo

Tripas del cerdo ya limpias, utilizadas para rellenarlas de sobrasada o botifarró

Uno de los aspectos tradicionales ligados a las matanzas y que más me gusta es el gastronómico. Una jornada de trabajo tan intensa y larga necesita estar llena de buena comida para recobrar fuerzas. Este día los horarios cambian y la hora de la merienda y de la comida se retrasan bastante. El menú suele ser siempre el mismo: para merendar se hace frit de matances (frito de matanzas) hecho con la carne del cerdo que se acaba de matar. Se trata de una mezcla de patata frita con las diferentes partes hechas trozos y también fritas (lomo, pulmón. hígado, panceta...). Puede sonar muy gore, pero el sabor y la textura de esa carne tan fresca es impresionantemente buena. Para comer (se suele comer entre las 15 y 16h) se hace arròs de matances (arroz de matanzas). Es un arroz hecho con diferente tipos de carne de ave y también cerdo (como no). Su elaboración parece sencilla pero no lo es, ya que su condimentación con diferentes especias puede darle un sabor único o, por el contrario, destrozarlo. En mi familia se ocupa siempre la misma persona de cocinar, en este caso mi abuela, y os juro que nos lleva al cielo a todos. Además, se hacen dulces típicos mallorquines muy propios de este día como la ensaïmada, las galletas de matanzas o los suspiros (típicos de la zona de Manacor), sin olvidar las herbes, el licor típico de Mallorca, hecho a base de una mezcla de hierbas, anís y alcohol.

Ensaïmada casera hecha para un día de matanzas

Normalmente antes de desayunar se deja todo preparado para después elaborar la sobrasada y embutirla en las tripas, ya limpiadas con anterioridad. Con el acto de pastar (amasar) se elabora la sobrasada: carne triturada del cerdo con especias y  picante, a gusto del que la elabora. Casi siempre se hace una sobrasada dulce (no picante o poco) y una picante. Es durante este proceso cuando la sobrasada coge su color naranja tan característico.

Sobrasada ya elaborada

Momento en que se embute la sobrasada dentro de las tripas

Herramientas para embutir la sobrasada
 La sobrasada no puede ser consumida el mismo día de su elaboración, a no ser que sea cocinada. Se debe esperar al menos un mes para poder consumirla en su punto ideal. Para que se conserve es embutida dentra de las tripas del cerdo, de dos maneras: la que se hace con las tripas gordas se llaman sobrasadas, y las que se hacen con las tripas delgadas, llangonissa. Además, se hace otro tipo de embutido que sí puede ser consumido el mismo día porque es herbido: los botifarrons. Estos y las llonganisses se atan con una cuerda llamada fil de porc (hilo de puerco), y las sobrasadas también, pero antes son cosidas por las mujeres. Incluso a veces tienen que ponerle algún parche porque se producen agujeros.

Sobrasadas ya rellenas

Llangonisses
Botifarrons

Sobrasada a la que se la ha tenido que hacer un parche

Momento en que se atan los botifarrons
Cuerdas para atar las sobrasadas

Otros productos que se elaboran durante las matanzas son la manteca, las llamugues o el camaiot, un tipo de embutido muy parecido a los botifarrons, hechos con una mezcla de distintas partes del cerdo y sangre, todo hervido. Una de las piezas más grandes que se elabora es la bufeta (bufeta), rellena de sobrasada.

Llamugues cociéndose al fuego

Una de las piezas grandes, la bufeta

Actualmente las matanzas duran hasta bien entrada la tarde, aunque las familias cenan en sus casas. En siglos anteriores, una vez acabadas las tareas empezaba una de las partes divertidas: la música y canciones tradicionales eran tocadas y bailadas con el típico ball de bot mallorquín.

Hoy en día no todo el mundo tiene la oportunidad de poder acudir a unas matanzas, pero quién pueda debería aprovechar la ocasión porque es sin duda magnífica para conocer parte de la gastronomia mallorquina, pero también para entender la isla desde un punto de vista sociológico. Si alguien se anima a ser matancero por un día, se puede poner en contacto conmigo a través del correo electrónico (kissesfrom.blog@gmail.com), y podrá adentrarse en las entrañas de Mallorca, nunca mejor dicho.




sábado, 2 de diciembre de 2017

Ecomuseo Son Lladó (Campos, Mallorca)


No me he dado cuenta y no solo han pasado dos semanas desde mi último post, sinó que además ha llegado el invierno y la Navidad!!! Tocará hacer un post navideño, evidentemente, pero más adelante, aún hay tiempo! Aunque os recuerdo que las encendidas de luces de Navidad y los mercados ya se estan celebrando esta semana en muchos de los pueblos de Mallorca. Pero lo dicho, ya tendremos tiempo para hablar de eso.

Municipio de Campos, Mallorca
Hoy tengo una propuesta que encaja mucho dentro de este frío y el tiempo invernal. Ya sabéis que defiendo la visita a Mallorca fuera de la temporada de verano, ya que tenemos opciones para elegir. Os apetece una vuelta por el campo mallorquín, degustar una buena carne autóctona hecha al fuego de leña, visitar un ecomuseu para conocer los tradicionales trabajos agrícolas de la isla o conocer como funciona el sistema de una finca sostenible? Todo eso, aunque parezca mucho, lo tenéis en el Agroturismo Son Lladó, en Campos (Mallorca), los orígenes del cual se sitúan en el siglo XVII.

Se trata de una possessió, és decir, una explotación agrícola tradicional mallorquina entorno a la cual se desarrollaban las actividades agrícolas típicas de Mallorca. El edificio principal era siempre una casa que seguía siempre las mismas características arquitectónicas: un edificio de doble altura, con una entrada central en arco de medio punto conocido como portal forà, que daba a una gran sala, al fondo de la cual se encontraba el patio (corral en mallorquín). La chimenea, la cocina y una sala que hacía de dormitorio eran las estancias más comunes. Dentro de esta tipologia general, se encuentran variaciones, ya que dependiendo del poder económico del señor de la finca, la possessió podia ser más compleja. Adosados a la casa central, se encontraban todos aquellos equipamentos necesarios para llevar a cabo la actividad agrícola: almacenes de alimentos, cuadras, solls (lugar donde se guardaban los cerdos), un horno y un pozo, entre otros. Esta estructura se puede observar hoy en día en la casa principal de Son Lladó, la cual ha sido restaurada respetando la tipología original del edifico. 


Fachada prinpical del agroturismo



Vista del pozo que aún se conserva y de la torre que delimita con la casa vecina de Son Lladó


Pero este establecimiento no solo destaca por su arquitectura, sino por la filosofía con la que sus propietarios, la família Ollers Vives, lo gestionan y las actividades que en él se llevan a cabo. Gracias a todo esto, Son Lladó ha sido incluído dentro del proyecto Ceres Ecotur, el cual pretende dar valor a los agroturismos que contribuyen a la recuperación, preservación y difusión del patrimonio rural, etnográfico y ambiental de España. No solo se quiere potenciar y proteger el ámbito rural, sinó también hacer partícipe a los viajeros que se alojen en estos establecimientos de su rutina agrícola, desde dar de comer a los animales hasta sacar las ovejas a pastar. 


En Son Lladó se crían razas autóctonas de Mallorca, como el cerdo, la oveja blanca o la vaca mallorquina, en peligro de extinción. Todas ellas conviven con los turistas que se alojan, los cuales pueden ayudar a darles de comer o pastorear con las ovejas. Además, se pueden degustar productos gastronómicos derivados de la finca, como la sobrasada, la mermelada o la carne de cordero. 


Vacas mallorquinas en Son Lladó


Otro de los elementos que personalmente me resultan más atractivos es el ecomuseo que se encuentro dentro del agroturismo, bajo una estructura de altos arcos apuntados. Se trata de un espacio donde se pueden encontrar elementos relacionados con las tareas agrícolas tradicionales de Mallorca: herramientas varias, carros, arados, máquinas para pelar almendras, para hacer vino, etc. Hay 12 paradas o estaciones con un código QR asignado que ofrece información sobre los objetos expuestos y que actividad se llevaba a cabo con ellos. 

Porche donde se encuentra el Ecomuseo

Uno de los códigos QR que proporcionan información sobre las diferentes estaciones que componen el ecomuseo


Es una visita amena con la que poder descubrir como se trabajaba antes el campo mallorquín y que productos se elaboraban. La mayoría de objetos que forman parte del museu han sido recuperados de la propia finca y restaurados para poder ser expuestos. Destacan los carros, hechos con madera por los artesanos que anteriormente realizaban este tipo de transporte, o los sistemas de aprovisionamiento de agua que se llevaban a cabo.

Parte de la exposición que presenta el Ecomuseo



Carros expuestos en el Ecomuseo





Pozo mecanizado recuperado de la propia finca

Manguitos de tela, una prenda femenina usada en las tareas agrícolas del campo mallorquín

Por si todo esto fuera poco, siguiendo la filosofía de defensa del paisaje y del campo mallorquín, Son Lladó tiene varios sistemas de sostenibilidad que ayudan a que sea una finca ecológica, como la obtención d agua caliente y apoyo a la calefacción con placas solares, la recuperación del agua de lluvia mediante depósitos, la cual es utilizada para abastecer las diferentes necesidades de la finca, el aprovechamiento del agua ya utilizada para los sistemas de regadio con una depuradora ecológica que depura mediante el sistema conocido como "filtro verde". Además, el propietario, Pep Ollers, esta trabajando actualmente en el diseño y elaboración de un bosque comestible, un concepto mediante el cual todo aquello que se siembra se hace con una función y objetivo concretos. 

Es sin duda un modelo de establecimiento a seguir, que contribuye no solo a la conservación y preservación del campo mallorquín, sino a su conocimiento y difusión y, lo más importante, a su valoración y apreciación. La visita a Son Lladó proporciona, a parte de tranquilidad, un contacto con el campo del interior de la isla de Mallorca, y permite una implicación directa en su cuidado, algo muy atractivo para los más peques. La estancia que proporcionan es además muy cómoda, con 5 apartamentos independientes, piscina exterior y zonas comunes como un horno de leña y barbacoa. 

Exterior de unos  de los apartamentos

Cocina de unos de los apartamentos

Uno de los dormitorios donde se pueden alojar los visitantes

Como decía al principio, ha llegado el invierno, pero eso no significa que Mallorca se pare. Al menos no debería ser así. Las opciones que ofrece la isla durante esta época del año son infinitas, muy interesantes, variadas y me atrevería a decir que son de las más auténticas. El descubrimiento del agroturismo Son Lladó me hace apoyar más aún esta idea, espero a que vosotros también!